¿Una nueva educación o necesidad de la voluntad?, por Herminio Blazquez
Aunque no se vea con frecuencia en los medios de comunicación, sí existe preocupación por mejorar la calidad de los Centros educativos. De tanto ahorrar en educación nos estamos haciendo millonarios en ignorancia.
¿Qué será del mundo de la educación?
Ante esta situación podríamos preguntarnos con la incógnita e interrogante ¿Qué será del mundo de la “educación”? ¿Quién será de nuevo mandatario? Según las previsiones, el actual equipo de gobierno, desea como sus anteriores gobiernos socialistas-progresistas, repetir una reforma educativa que ya resulta un poco reiterativa y con el mismo fin ideológico de la educación. Los estudios pedagógicos del siglo pasado mencionaban una y otra vez que la enseñanza exige estudios de planes serios, ordenados, con una duración suficiente para experimentarlos y llevarlos a la práctica con la seguridad de que el educado se va haciendo ciudadano de primera categoría; no se puede actuar con caprichos e ideologías antisociales. ¿Es tan difícil ponerse de acuerdo en algo que es común a todos? ¿No será que la educación está pidiendo y marcando una necesidad del esfuerzo y la voluntad del individuo? El valor del hombre no se mide por su saber sino por su querer, decía Herbart (filósofo y pedagogo).
Cultura de los valores
Es posible que el concepto de “educación” reducido primeramente a enseñanza y luego a instrucción haya ido dando lugar a una depreciación de la educación de la voluntad; y para la educación de la voluntad es necesaria una correspondiente “cultura de los valores”. Claro que la voluntad no solo es necesario desarrollarla, sino que se hace especialmente necesaria en una Sociedad donde no se concibe la pedagogía del “esfuerzo” ni de la lucha “ascética” sino
que tiende a acomodarse a una mentalidad consumista. No podemos menos que reconocer que junto con la educación de la inteligencia sigue siendo necesaria la educación de la voluntad. Y podemos sacar como consecuencia que la libertad es como un atributo de la voluntad pero tiene sus raíces en la inteligencia; inteligencia y voluntad se necesitan mutuamente. La esencia de la voluntad está en el querer y para eso es preciso un motivo que vendrá dado según la escala de valores del sujeto. Solo se puede considerar educada una voluntad cuando el bien y el deber siguen salvando todos los obstáculos y dificultades.
La mejor motivación para conseguir todo lo expuesto es aquella que procede de una conversación personal y particular utilizando un lenguaje que todo
el mundo entiende, que es el cariño, y utilizando un instrumento básico que es el sacrificio, puesto que ningún ideal se hace realidad sin tesón y sacrificio y no
dejar de luchar contra “el me apetece”. Comportamientos como no atender en clase, estudiar de vez en cuando, no son más que una consecuencia del hacer solo lo que apetece, y esa manera de actuar lleva y supone una fuerte falta de voluntad. Lo que realmente les va a quedar a los hijos y/o a los alumnos no va a ser tanto los conocimientos que les hemos hecho aprender como los hábitos que les hemos ayudado a adquirir; los hábitos y la voluntad tienen bastante
relación. De los hábitos depende en gran parte el carácter y la manera de ser y de obrar. Los triunfos, las victorias se consiguen a base de esfuerzo, de constancia, de paciencia, de confianza.
La parábola de los denarios y la educación
La parábola de los denarios de la Biblia nos dice que unos nacemos con diez denarios, otros con cinco denarios, otros con dos denarios y luego cada uno los desarrolla según el ambiente familiar, escolar y la motivación de ser capaz de lograr el objetivo. La sociedad post- industrial parecía una lógica continuidad de la sociedad industrial, sin embargo la evolución técnica como la evolución intelectual han venido teniendo como factor común un menosprecio a lo “viejo” y ambos han contagiado un menosprecio al factor personal y social. Pero toda esta evolución no solo es que se haya hecho muy rápido sino que encima, ahora se acepta como bueno.
Desde mediados del siglo XX han acontecido profundos cambios sociales que han modificado el fenómeno educativo. El desarrollo extraordinario de la ciencia, de la tecnología, de la aceleración y del progreso industrial, los movimientos migratorios de zonas rurales a zonas urbanas e industriales, el fenómeno constatado de una población laboral inestable que experimenta cambios de empleo y de residencia, la nueva estructura de la familia moderna, el consumo
como si fuera una meta de producción, la comercialización de las necesidades humanas, y la creación de necesidades superfluas, el espectacular desarrollo de los medios de comunicación que contribuyen con la transmisión a todo el mundo de las mismas noticias, los mismos mensajes, obedeciendo a los intereses de las multinacionales y a la atrofia personal y colectiva, concebido como vía prioritaria para continuar consumiendo.
Entre la educación y la sociedad existe una influencia por la cual la sociedad influye en la educación y a su vez la educación en la sociedad, como si tuviera que haber un tipo de educación para cada diferente etapa de la historia. En la época del Renacimiento – con la aparición de las Universidades- se revitaliza la formación humanística como elemento imprescindible para la formación de hombres con capacidad de Gobierno. En el modernismo, el desarrollo del Estado trajo consigo una creciente influencia de los factores políticos en la vida humana y consecuentemente en la educación.

Herminio Blázquez
Militante de Hermandades del Trabajo