Pentecostés © Jn.20,19-23. 8 de junio de 2025
Encerrados en la casa, bien ocultos y miedosos, Jesús abrió todas las puertas y ventanas y se fue tras de la nube de todas las añoranzas. Y vino un huracán que lo abatió todo, y un fuego ardiente, un corazón caliente que puso sueños e ilusión donde parece que no cabía la esperanza. La comunidad cristiana no vive sólo de los que dicen los periódicos, ni los comentaristas o los tertulianos.
A pesar de ellos, la comunidad cristiana escucha el corazón, donde vive el Espíritu Santo. Y se pone a soñar, buscando la utopía y la esperanza por todos los rincones. La comunidad cristiana no es optimista porque no está ciega. Pero tampoco es pesimista, por la misma razón. La comunidad cristiana es realismo esperanzado. Por eso no se cruza de brazos, sino que se echa a andar. Es siempre peregrina de esperanza. Es siempre profecía.
Don Tomás Priego Martínez