Con motivo del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, celebrado el 28 de abril, la Asociación de Víctimas de Accidentes y Enfermedades Laborales de Andalucía (AVAELA) ha alzado la voz para denunciar la grave situación de la siniestralidad laboral en España. Su presidente, Miguel Cruz, ha advertido que esta es una de las principales causas de muerte en el país y ha lamentado la escasa sensibilidad social que existe en torno a este drama.
Según los datos expuestos por la asociación, cada año se producen 2,6 millones de muertes laborales en el mundo, y lejos de disminuir, esta cifra ha aumentado un 12% solo en el último año. En Andalucía, la situación es especialmente preocupante: en 2024 se registraron una media de 92 accidentes laborales graves al mes y cada quince días fallecen cinco trabajadores.
Córdoba se encuentra entre las provincias más afectadas, ocupando el segundo puesto en el índice de siniestralidad laboral en Andalucía, con una tasa de 4,07 accidentes por cada 1.000 trabajadores. Miguel Cruz subrayó la urgencia de abordar esta situación con determinación.
Cruz denunció la total falta de recursos públicos destinados a prestar apoyo jurídico, psicológico y sanitario a las víctimas de accidentes laborales y sus familias. “Somos víctimas de la falta de salud en el trabajo”, declaró, criticando además que muchas muertes laborales se silencien o se atribuyan a imprudencias individuales, cuando en la mayoría de los casos se deben a la falta de medidas de seguridad por parte de las empresas.
“El drama de la siniestralidad laboral implica un triple calvario: sanitario, jurídico y psicológico”, advirtió el presidente de AVAELA. Añadió que la implantación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en España sigue siendo “pésima”, y denunció una cultura empresarial que aún considera al trabajador como “una herramienta para generar beneficios”, fácilmente reemplazable tras un accidente.
El caso de Pedro Luque pone rostro a la siniestralidad laboral: graves secuelas tras un accidente sin apoyo jurídico ni psicológico
La realidad de estas denuncias se encarna en historias como la de Pedro Luque Yuste, un albañil cordobés de 55 años que en 2010 sufrió una caída en altura que le cambió la vida para siempre. “O aceptaba trabajar en esas condiciones o me quedaba parado”, recuerda Pedro, quien sufrió lesiones múltiples: el tobillo, la pelvis, vértebras y dedos. Fue operado en Córdoba, pero una infección severa obligó a su traslado a Barcelona, donde casi le amputan el pie. “Estuve un año ingresado. No tuve asesoramiento jurídico. Una psicóloga me vio por casualidad y fue quien me diagnosticó la depresión”.
Hoy, Pedro tiene reconocida una discapacidad del 53%. “La mutua decía que hacía vida normal, y yo veía la vida pasar desde una silla de ruedas”. A pesar de seguir con muletas, le retiraron la heparina, lo que le provocó tres trombosis que dañaron gravemente sus pulmones. “No puedo hablar ni andar mucho porque me ahogo, no puedo estar de pie ni sentado mucho tiempo…”.
Casos como el de Pedro son el reflejo de una realidad laboral que aún espera una respuesta firme y coordinada por parte de las administraciones y la sociedad. Desde AVAELA insisten: no se trata de estadísticas, sino de vidas truncadas por una prevención que no llega y por una falta de recursos que multiplica el sufrimiento.